7 de junio de 2010

MASVINGO-BULAWAYO

No sé si alguno de vosotros ha tenido ocasión de viajar en un bus africano. El que lo haya hecho sabrá como 3 horas se convierten en 5 sin que los 200 ocupantes se inmuten. Ni siquiera los 70 que van de pie. Por primera vez, supimos de verdad como huele África.
Antes de subir, y de saber si podríamos viajar sentados, porque viajar en ese bus teníamos que viajar a la fuerza, si no queríamos volver a Harare (4 horas) desde Great Zimbabwe, para volver a andar el camino hacia Victoria Falls, pasando por Bulawayo, cientos de ojos redondos brillantes, cansados, acalorados nos miraban incrédulos a través de las rendijas abiertas de los cristales tintados y empañados. Finalmente me abrí paso con Inés y subí al bus. Ambiente cargado, olor penetrante y... mucha gente. Gente por todas partes, en el pasillo, en los brazos de los asientos, en el suelo. También todo tipo de bultos: sacos de pienso, bidones, mochilas, cestas con fruta, una gallina... por el pasillo. Alguno, con cara de pocos amigos con el culo ocupando los 2 asientos y mirando. Dije a Inés que se sentara en uno que ví libre, el hombre delgado que ocupaba la plaza contigua dio un brinco. Mal asunto, ocupando los 2 desde el medio. Asumen que los niños viajan sin asiento. Le dije al buen hombre que la niña había pagado asiento, porque me lo preguntó. Le deja sentarse. Encuentro otro asiento libre para mi 2 filas más atrás. Aparece Darío, también encuentra sitio. Salimos. Apenas 5 mtos más tarde, el autobus se para. Empiezan a subir más viajeros, mezclados con chicas y señoras vendiendo chips and coka. 2 por un dolar. Hay que beberla rápido, el casco se queda. Son de las grandes, esas antiguas botellas de coca-cola de cristal. Bebo rápido y comparto con el de al lado.
En otro pueblo sube una viejecita ciega, valió la pena el trayecto solo por oirla. Vendía bananas y cantaba. Cantaba rezando. El blues más blues que jamás hemos escuchado. No tuve valor para filmarlo, ahora me arrepiento. Viajaba con una niña que se sentó literalmente sobre Inés. Por aquello de que asumen que los niños no ocupan nunca un sólo lugar. Inés compartió sus lápices de colores. Le gustó bastante la niña porque llevaba vestido. Está muy sensibilizada con eso aquí. Ella viste de montañera y los demás con vestido y chanclas. Hace frío. Siguió subiendo gente, más gente. Hasta el final. 7 horas. Bulawayo al atardecer. Conseguimos bajar en la parada adecuada sorteando las barreras humanas y no humanas y abrirnos paso a través del autobus. Aire, sol limpio. Una delicia. No hay fotos. besos.

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